martes, 4 de octubre de 2011

Ella y su cámara.

Su cámara es la única que le comprende en momentos de bajo ánimo. La única que mira con atención y juzga desde un punto de vista positivo. Desde que se mudó con su novio no se había separado ni un momento de ella. Fue a los diecisiete años cuando se la regalaron; teniendo en cuenta que ahora tiene dieciocho, lleva en su vida dos años y aún no la ha sabido utilizar. ¿Que para qué le compraron una cámara si no tiene ni idea de su funcionamiento? Ella ni lo sabe. De lo único que está segura es que siempre estará ahí cuando ella quiera expresarse.
─¿Quieres salir ahora?
─Sí. Hace un día magnífico para tomar unas fotos.
─¡Si está lloviendo!
─Lo sé. ─dijo Cassie mientras miraba por la ventana.
─La cámara se te estropeará con las gotas de agua.
─No me importa.
─Si se estropea no podrás hacer fotografías.
─Y si no arriesgo, no gano.
Jona posó su mano con delicadeza sobre su hombro. Cassie sonrió mientras mantenía la vista fija en el paisaje nublado y acuoso. Se giró y se puso de pie quedando enfrente de Jona.
─Ven ─dijo Cassie mientras cogía su cámara. Asió de su mano y salieron al porche de la casa. De nuevo quedaron frente a frente mirándose con ternura a los ojos.
─Ganaste... ─le susurró Jona mientras cogía de su mentón y se inclinaba para besarla.
Un destello blanco iluminó a ambos mientras las gotas caían al fondo de una manera armoniosa y pacífica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario